Por María Celeste Vargas Martínez y Daniel Lara Sánchez
Donde:
·
Los
muéganos endulzan el día
·
Los
títeres cobran vida
·
El
verde se come el gris de la ciudad
Como
de costumbre, hicimos maletas y no dejamos pasar el puente de Fiestas Patrias,
así que decidimos dar el Grito en Huamantla, pueblo mágico del estado de
Tlaxcala. El intenso tráfico de la carretera Lechería-Texcoco provocó que casi
nos arrepintiéramos de nuestra decisión. Pero al adentrarnos en Texcoco y dejar
atrás los embotellamientos, el insoportable calor y los aburridos paisajes
citadinos, nuestro ánimo empezó a cambiar. Verdes bosques, campos rosados,
dorados trigales y una enorme virgen esculpida entre los peñascos, nos
auguraban un viaje en contacto con la naturaleza.
Nuestra primera parada fue en la
zona arqueológica de Tecoaque-Sultepec (“lugar donde se comieron a los señores
o dioses”), cinco minutos antes de llegar a Calpulalpan y a pie de carretera. Aquí
existen dos lugares a observar:
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhrRHxLs9U31tU1faeQN3Dr3YQHVqM2EH0KjS5jI7QXIte3QtYYH4GwmXkmY5rLgXyuhHcSrqXf3jG3D8ZcAVLHX-3aPtN7likUm9qMhCGC_s1jGJCO6ZjyCbnM2K4VGZWmUJFcr5nP8uw/s200/Tecoaque_002.jpg)
2) La
zona arqueológica: Cuenta con restos de diversas estructuras, entre ellas: el
templo circular a Ehécatl, dios del viento (de ahí sus formas redondas, que
hacían alusión a los giros del viento), además del templo a Tláloc, lo que era
un tzompantli (donde se colocaban los cráneos de los sacrificados), altares
dedicados a Quetzalcóatl y la Plaza Sur, sitio donde, al parecer, sacrificaron
a los miembros de una caravana de españoles que se dirigían a Tenochtitlan y
que fueron capturados. Este grupo pertenecía a la expedición de Pánfilo de Narváez
y estaba conformado por europeos, nativos de la región, negros y mulatos. Para corroborar este hecho
en la zona se han encontrado restos óseos que confirman que algunos de los
cráneos fueron expuestos en el tzompantli y otros devorados. El lugar fue destruido, por los españoles,
como castigo por el sacrificio de sus hombres.
Apreciar
la vista del campo y los cerros desde lo alto de las ruinas libera la tensión
provocada por el estrés y la vida agitada de la ciudad. A pesar de ser un lugar
donde la muerte deambulaba constantemente, la paz y tranquilidad reconfortan el cuerpo. Aunque
resulta triste ver los trozos de la historia (restos de vasijas de barro)
desperdigados y pisoteados por los visitantes.
Seguimos
nuestro camino a Huamantla y después de perdernos en las estrechas calles del
pueblo, llegamos al Hotel Renacimiento. Un lugar discreto, pero muy limpio,
acogedor, económico y tranquilo (para los que sólo usamos los hoteles para
dormir, y dormir bien, éste es el lugar ideal).
Por
la noche nos dirigimos al Parque Juárez, donde los puestos de comida,
antojitos, elotes asados y las infaltables semitas, calman el hambre de quienes
esperamos el mexicanísimo grito. Aquí, un grupo de música guapachosa amenizaba
la espera, aunque el vocalista no se veía muy animado, pues mientras cantaba no
dejaba de revisar su celular. Pero a la hora indicada se hizo presente “el
grito”, los fuegos artificiales y la verbena popular.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPCSBR2kUcWz3_F_3RliSrA50ZfCQINdAfYPyiB36cC5vlvqrvpQU_MBQxt6ELCRjDsvn27Gpx07eTzAY4Ih5cxKwcw8cgNlzIWMikiCIqSSWfj_ZRUJec_dCCcjtmOd8E_hI91g-NnM4/s320/Tlaxcala_desfile.jpg)
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVhVbqXtfohiNkAJjo8czroxeOxJprWsryJ-KbaFjDOhEgeJj1kChgzojf5taqE4NQfVY7XgPjlAC4biyxvMsIYckClCOmeStqmC0XJUAzIGgjwN1R6iKNL0vagvGsOrTY7BBLu4E9xyA/s320/Tlaxcala_001.jpg)
A las afueras de la ciudad, en el municipio de Atepetitlán, se encuentra el Zoológico del Altiplano, con una diversidad de animales y variados atractivos para los niños, aunque los adultos no se la pasarán tan mal, pues podrán descansar un poco en el área de esparcimiento o probar una fresca bebida al lado del lago artificial. Por si fuera poco, la tirolesa los espera para dotarlos de adrenalina. Y por la módica entrada (cinco pesos por niño y diez por adulto) no la pasarán tan mal.
Después
de observar animales y contemplar los
rostros alegres de los infantes, nos encaminamos rumbo a Apizaco. Ahí encontramos la atractiva basílica de estilo neogótico de Nuestra
Señora de la Misericordia, una bella construcción capaz de inspirar a las
mentes más dormidas. Pero antes de llegar al lugar disfrutamos de una exquisita
comida en Mar’k Tortas (lonchería ubicada en la esquina de Francisco I. Madero
y Avenida Hidalgo), donde las tortas y las comida corrida son excelentes y a un
buen precio.
Ya
dentro de la basílica observamos a la
virgen de la Misericordia y a los tres niños mártires (con rostros de niñas
europeas): Cristóbal, Antonio y Juan, quienes fueron beatificados en 1990. Ellos
fueron martirizados por profesar la religión católica y de ahí que la iglesia los beatificara. El
lúgubre templo, de altas cúpulas y piedra grisácea, nos recuerda a las iglesias
europeas.
Como
frente a la basílica continuaba la
verbena de los días patrios, los puestos de antojitos y de feria seguían
atrayendo a la gente. Nosotros nos quedamos con las ganas de adquirir algunos
bastones de Tizatlán, pero al ser día de
asueto la mayoría de los negocios estaban cerrados y la feria cubría la plaza
principal.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDTR9WkL6ecnvD25rdYcyp516wEpt-QflD_GlisyCLWLuqWqWI64EFk97mzwugdIcAqSaL8baqhGBo5vth7ctG2X5gXVgZK83DtuPyJLvQ0t15v8SLsNNl41uXdM_ybTMGj6RVh0bXLas/s320/Hacienda.jpg)
Lo
malo de ambas haciendas (y de la mayoría), es que son privadas y de acceso
restringido, siendo éste el principal inconveniente turístico de Tlaxcala. Si
el turista o fotógrafo pretende internarse en
esos atractivos lugares deberá
enfrentar la negativa de algunas personas o contratar un tour en la
capital, el cual no es muy económico. A
diferencia de las haciendas de Santa María Regla y San Miguel Regla, en el
Estado de Hidalgo, donde se cobra el acceso para descubrir la historia del lugar, hacer fotografías y
conocer la magia de los sitios, a los
dueños de las haciendas en Tlaxcala no
les interesa mucho explotar el enriquecedor
atractivo turístico y acercarlo, sobre todo, a la mayoría del público. No cabe
duda que en México hay mexicanos de primera, de segunda y de tercera… y el
Estado de Tlaxcala lo confirmó (al menos en el aspecto ya mencionado).
De
regreso a Huamantla, antes de cenar un par de cemitas y algunos muéganos (el
dulce típico del pueblo y de un sabor exquisito a canela), visitamos el
pequeño, pero interesante, Museo de la Ciudad, ubicado a un costado del Palacio
Municipal en un inmueble que data del siglo XVI. Éste llegó a funcionar como
cárcel, hospital y alhóndiga durante el
virreinato. El museo exhibe piezas prehispánicas, algunas de la época de la Colonia
y objetos del siglo pasado. Así como fotografías del pueblo y de los hombres
ilustres del lugar. Lo que nos llamó la atención fueron las fotografías
realizadas en 1885 por José María Castillo B., quien logró plasmar en papel los
cráteres de la Luna, observados con un lente, único para su época, creado por
él mismo. Una de las fotografías muestra el cráter Kepler con una definición
sorprendente. Observar los lentes que construyó y utilizó para tal efecto es culturalmente
enriquecedor. La entrada al museo es
gratis.
Y
cerramos el día con un chocolate caliente, para el clima frío y lluvioso, acompañado de una pieza de pan dulce rellena
de requesón y un Colorado, espolvoreado con azúcar rosa y sabor a anís,
comprados en la Panadería “Su Pan de Huamantla”, ubicada en el andador Plutarco
Montiel. Al siguiente día probamos el
Cocol del Panela y otro Colorado en la “Flor de Huamantla”, en ambos lugares el
pan es delicioso e invita a repetir.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgm4CuCS3FI3SK200pJGyNn0E6gHRqKzH4IvJu_9-Yb21UceUC0-0wfmwm5PvUvw4aEgdoMbuwwyA4NrbJ3EX8Ij9HPgcFWXROl-gCPsk3llvvwSn8vqjyG5I6xKryee91oWBaK3bwTrZA/s320/Museo_Titere_001.jpg)
Entrar
en el museo es viajar hacia una era de creatividad y talento artístico mexicanos
que ya no es fácil encontrar en estos tiempos. Es entender la forma en que los artistas han
dado vida a esos seres inanimados, creando historias fantásticas y personajes de una belleza sin igual.
Observar los títeres de cada país,
también nos ayuda a entender el contexto sociocultural en el cual fueron
creados, a comprender las diferencias entre ellos y a echar a volar la
imaginación por un largo rato.
Aquí
les dejamos algunas coplas de don Simón que eran presentadas en las funciones
de la Compañía:
“En
mi tiempo para ser soldado
Se
pasaba por el cartabón
Y además del tamaño era fuerza
Tener
buena salud y valor.
Hoy
los vemos chiquitos lampiños,
Pataratos en la formación…”.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghFBCrfjvm43th4wNSYQZu6dLHI3xd2dUlVidfi172Cy_fcxdrDyf8W4GJI3IH8F_xvjn4xrLd9oRU7yuPVAVqtiLyxwuiBvrEN8g61iMfnsb4Nz_bT3UGhqiXGpEMMVpdKhOsPYa5aAg/s320/Huamantla_002.jpg)
En
realidad, la Hacienda de Soltepec fue remodelada y ahora asemeja a un moderno
castillo. Pero del otro lado de la carretera que lleva a ella, se observan
vestigios de la antigua hacienda y ahí las fotografías pueden ser mejores.
Para
terminar la tarde es placentero caminar
por las calles de Huamantla, donde los múltiples puestos de fruta invitan al
paseante a degustar duraznos, manzanas y naranjas. Y observar el Convento de
San Luis Obispo Huamantla, del siglo XVI, con una fachada barroca y su exuberante altar.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpK6EGaXWqWatvUMrxhTi3jh0bX_N0t725cIkb7ZvJGF_TqkmRMT46KzjPyALvUkT60PfoahP0lwUyyQF6oSd-WhA6Ei3VcHrFI57wayE9b_4eCJf31_c0qNXaDTetB7xaECZZeKN74SY/s320/Huamantla_001.jpg)
Por
la noche es placentero sentarse en El Parque, donde se encuentra el pequeño
quiosco, el cual hace muchos años era cementerio, y disfrutar la Luna inmensa, el cielo oscuro y
la tranquilidad.
Al
día siguiente dejamos atrás Huamantla para regresar a nuestro pequeño infierno.
La neblina nos acompañó en todo el camino y el olor a tierra mojada nos arropó.
La humedad de la lluvia del día anterior dejó su rastro hasta el amanecer y le
dio al verde de los campos un aliento más de vida. La carretera tranquila y en buenas condiciones
nos hizo un viaje placentero. Por cierto, es genial para el bolsillo no pagar
ninguna caseta. Y encontrarse con un
letrero en el camino, al lado de un
local de mecánica, que decía:
“Toque fuerte y silbe
hasta que despierte.
Cuidado con el perro.”
Una
frase así hace soltar la carcajada a cualquiera y pensar que el ingenio del
mexicano siempre está presente. Aunque nos preguntamos: Si nos acercamos para
tocar fuerte, ¿no saldrá el perro? ¿Y si alguien no sabe silbar? ¿Y si aun
gritando y silbando el mecánico no despierta?
Para
desayunar, unos deliciosos tlacoyos de barbacoa y pancita, así como quesadillas
con café de olla en el restaurante “La vía” en Calpulalpan… un muy buen lugar
para comer. De ahí nos encaminamos a la
hacienda pulquera de San Bartolomé del Monte, un lugar placentero para tomar un
buen pulque. La construcción data del siglo XVII y fue remodelada en el XIX, dotándola de un estilo más
afrancesado. El lugar posee detalles interesantes: la herrería, los torreones
majestuosos, el bello piso y la colorida construcción. Un lugar para pasar un excelente
rato.
A
medio día la zona metropolitana nos recibió con su paisaje gris, oloroso a caño
y pólvora de los cohetes quemados. Por
si fuera poco, los impacientes e imprudentes conductores, tocando el claxon
para todo, hurgando en su celular, nos gritaron que la paz quedaba atrás y el
monstruo de la modernidad nos devoraría.
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